miércoles, 26 de diciembre de 2007
PARA LA NOSTALGIA
jueves, 13 de diciembre de 2007
Inocencia Infantil
Todos en clase, levantan la mano, excepto una niña que estaba
sentada al fondo del salón.
La maestra la miró con sorpresa y le preguntó:
- ¿Por qué no levantaste la mano?
- Porque yo no apoyo al PRD, señorita.
La maestra, extrañada, preguntó de nuevo:
- Y si no simpatizas con el PRD, entonces ¿con quién simpatizas?
- Con el PAN. - respondió orgullosa la niña.
La maestra exclamó: ¡¿Cómo es que puedes ser panista?!
La niña, muy tranquila, respondió:
- Mi madre es panista, mi padre es panista, y mi hermano también es panista. ¡Por eso yo también soy panista! - remató orgullosa
y convencida, la pequeña.
- Bueno -replicó irritada la maestra
- pero eso no es motivo para ser panista.
- Tú no tienes por qué ser lo que son tus padres.
Por ejemplo, si tu madre fuera prostituta y drogadicta, tu padre vago, alcohólico y traficante, y tu hermano ladrón y corrupto,
entonces, ¿tú que serías?
- Seguramente perredista señorita...,
sábado, 24 de febrero de 2007
Va Calderón por el PAN
Se trata de una guerra que todos niegan, pero que todos saben que existe. En el discurso todos lo niegan, pero en las acciones políticas, en el lenguaje corporal de la política, el mensaje que se envía es ese, el de la más feroz disputa intramuros del PAN con su primer gobierno federal -porque el de Fox en realidad no fue un gobierno panista-, que hace recordar las batallas de la década 1976-1986. Y todos la conocen, es la guerra entre Felipe Calderón y Manuel Espino.
Pero contra lo ocurrido en el decenio 1976-1986, en donde la disputa era ideológica, por los principios, los valores y la doctrina del PAN, la guerra de hoy -que data del inicio de 2006 y que sigue presente ya entrado 2007-, no es más que una vulgar pelea por el poder, una grosera pelea de poder producto de que Acción Nacional ya es el partido en el gobierno federal e indiscutible fuente de poder real.
Los que se fueron, la claque del foxiato -el señor Manuel Espino entre ellos-, se niegan a perder esa fuente de poder real, se reagrupan en la franquicia del partido, apelan a su derecho de pataleo, en tanto que los que llegan, el calderonismo, se proponen recuperar para los históricos, o para los que se dicen herederos de los históricos, lo que queda del PAN, el maltrecho cascarón del partido que en 1939 fundó Manuel Gómez Morin, y que en 1981 fue abandonado nada menos que por Luis Calderón Vega, el padre de Felipe Calderón, quien denunció desviaciones irreconciliables. Esa es la pelea de fondo, la disputa por la "sana cercanía" del PAN con su primer Presidente de la República.
PARA CALDERÓN LA PRIMERA BATALLA
Y en la primera escaramuza real de esa guerra -que se dio ayer sábado cuando el PAN-DF eligió a su nuevo presidente-, la victoria se inclinó a favor del grupo y los intereses del Presidente Felipe Calderón, cuyos operadores presentaron como candidata a Mariana Gómez del Campo -prima de Margarita Zavala, esposa de Calderón-, quien obtuvo 54 de los 85 votos de consejeros participantes en la contienda, con lo que el calderonismo se hace del control político de su partido en la capital del país.
Pero en realidad la estructura del PAN en el Distrito Federal no es más que una fuerza simbólica. Si bien Acción Nacional es la segunda fuerza política en la capital del país, lo cierto es que está muy lejos de ser un partido representativo, sobre todo ante la aplanadora electoral del PRD, que tiene en su poder la jefatura de gobierno, la mayoría de las 16 delegaciones políticas, el control de la Asamblea Legislativa y, por si hiciera falta, el mando sobre el rentable aparato corporativo -otrora fuente de poder del PRI-, que significan los poderosos grupos de ambulantes, taxistas, organizaciones de colonos, invasores de predios y organizaciones clientelares.
En los seis años recientes, el PAN-DF -en donde su padrón no es mayor a cinco mil personas, entre afiliados y adherentes-, no es más que un fantasma político, incapaz siquiera de crear y hacer crecer a los liderazgos necesarios para presentar candidatos competitivos a puestos de elección popular, como ocurrió en la pasada elección federal -la de julio de 2006-, en donde debió importar a un ex perredista, Demetrio Sodi, como su candidato a jefe de gobierno. En esa elección, por cierto, el PAN sólo pudo acreditar representantes de partido en el 32 % de las casillas instaladas. Eso muestra la fuerza del PAN en el Distrito Federal.
Pero lo importante de la primera escaramuza librada al interior de Acción Nacional es el simbolismo del Distrito Federal, ya que el grupo político del Presidente Calderón no podía darse el lujo de perder el control político de su partido en la entidad donde se asientan los poderes federales. El triunfo en esa primera batalla era una suerte de honor político, que con la victoria de Mariana Gómez del Campo quedó resuelto. No sólo llega al PAN del DF la primera mujer dirigente, sino que llega una panista de casa, la prima de Margarita Zavala, la esposa del Presidente Calderón.
Y en efecto, ya en las semanas previas los operadores políticos de Calderón habían dado las primeras muestras de que su principal objetivo, en la estrategia diseñada hacia el interior de su partido, era precisamente esa, la de recuperar el partido. Por eso cerraron filas en torno a una decisión tomada desde la cúpula, para sacar de la contienda por el gobierno de Yucatán a la señora Ana Rosa Payán Cervera, la candidata de Espino al gobierno yucateco. En ese caso -como en el del DF-, la consigna era impedir que el grupo de Manuel Espino siguiera cosechando espacios políticos y de poder. Y en los dos casos se alcanzaron los objetivos.
EL FACTOR FOX
Pero la historia de la pelea que hoy presenciamos en Acción Nacional -como lo documentamos en su momento en este espacio-, viene de lejos, y tiene a Vicente Fox como su detonantes. Resulta que en 1998-1999, cuando el entonces precandidato presidencial Vicente Fox crecía como la espuma en la conciencia colectiva como el único capaz de derrotar al PRI en las elecciones presidenciales del año 2000, el grupo cercano al candidato diseñó la estrategia ideal para apoderarse del partido, como condición indispensable para acceder no sólo a la candidatura presidencial, sino para alcanzar el poder.
Entonces el presidente del PAN era Felipe Calderón, quien cumplía su primer periodo como presidente de ese partido y, en una consecuencia lógica a su activismo político, pretendía la reelección. Como todos saben, en esos años Fox no era el candidato de Calderón. Por eso se urdió una conjura que, al final de cuentas, dejó fuera de la posible reelección a Felipe Calderón y se impulsó a Luis Felipe Bravo Mena como presidente del partido. Calderón fue echado de fea manera, no sólo de la presidencia, sino del partido. Entonces se exilió para estudiar en Harvard, hasta que regresó, en julio de 2000, para hacerse cargo de la coordinación de los diputados federales, ya con Fox como presidente.
También es historia conocida que hacia el final del gobierno de Fox, Calderón intentó convertirse en precandidato presidencial, pero de nueva cuenta "topó" con Fox, que tenía a su preferido, a Santiago Creel, para lo cual llevó a Manuel Espino como presidente del PAN. Es decir, que desde Los Pinos, en donde el huésped era Fox, se preparó la franquicia del PAN para el candidato Santiago Creel. Todo estaba dispuesto para esa empresa, en donde ni Calderón ni el panismo doctrinario eran convidados.
Pero pocos entendieron el valor de la política interna en un partido político como el PAN. ¿A qué nos referimos? Poca soca. Resulta que mientras que el presidente Vicente Fox recurría a la vieja ortodoxia del PRI, a la práctica de imponer desde el poder al sucesor, Felipe Calderón dio la batalla desde abajo, desde la militancia, desde los comités municipales, estatales y, sobre todo, desde el consejo nacional. En 2004 se vivía, igual que hoy, un recambio en el Consejo Nacional del PAN. Es decir, los más de 300 consejeros nacionales debían ser ratificados o cambiados. Calderón y los suyos lograron meter a una mayoría de sus propuestas para el cargo honorífico, pero fundamental políticamente, de consejero nacional.
Lo importante para Calderón eran dos vertientes. Una, el método de elección del candidato presidencial para 2006. Dos, un cambio al parecer insignificante en los estatutos, pero fundamental par el futuro. El de convertir al PAN en un partido cuya prioridad no fuera -como lo había sido desde su origen-, el concepto de nación, sino de la persona, los ciudadanos. Contra las propuestas de Fox, que fueron las de Santiago Creel -de que la elección del candidato presidencial se realizara de manera abierta, a todos los ciudadanos, militantes o no-, Calderón propuso que sólo votaran por el candidato presidencial los militantes y adherentes. ¿Cuál era la diferencia entre una y otra propuesta? Casi nada, que Santiago Creel era el más popular en población abierta, entre no panistas, pero Calderón contaba con más aceptación entre los militantes y adherentes. Al final ganó la propuesta de Calderón, porque el michoacano tenía el control del Consejo Nacional. Así, en las internas, que se realizaron en tres regiones del país, Felipe Calderón ganó la candidatura presidencial y destronó a Santiago Creel. Ese fue el más duro golpe que recibió Fox en su gobierno -en cuanto a la lucha interna de su partido-, pues no logró imponer a su sucesor.
LA PELEA DE ESPINO
Espino nunca pudo digerir esa derrota, ya que si bien fue llevado por la dupla Fox-Marta Sahagún a la dirigencia del partido, debía coordinar una campaña que no era la de su candidato. Al final de cuentas los foxistas, los espinistas, y el PAN en general debieron cerrar filas en torno a su candidato Calderón, sobre todo por la otrora imbatible candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Pero una vez que legalmente ganó la contienda Felipe Calderón -más allá de las presuntas o reales impurezas del proceso-, se reagrupó el equipo de Fox, con Manuel Espino al frente del partido para cobrar las facturas pendientes. Desde la franquicia del PAN, el grupo foxista-espinista se propuso no dejar la fuente de poder que significan las siglas del partido azul y blanco, a pesar de que en esa empresa se convirtieron en francos opositores al presidente salido de sus filas. En el fondo de la disputa no está la ideología, la doctrina, los principios del partido. No, está la vulgaridad de la lucha por el poder. Pero vale una pregunta. ¿Por qué ese pragmatismo político? Porque al igual que ocurrió con siete décadas de PRI, el grupo que detentó el poder en el foxiato, probó las mieles del poder, se engolosinó de poder, y pretende perpetuarlo. ¿Y cómo lograr ese objetivo? Por la única vía posible, por la vía del control del partido.
RESPUESTA PRESIDENCIAL
Por eso Manuel Espino reagrupó a los foxistas y al propio Fox, a los que intentó presentar como la mayor herencia del nuevo PAN, frente a uno de los más importantes eventos del partido; la renovación del Consejo Nacional, que tendrá lugar en abril próximo. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, que el CEN del PAN se renovará en esa fecha, y si Calderón o Espino logran sumar un mayor número de consejeros, tendrán la posibilidad de reelegir o no a Manuel Espino como presidente del PAN -en marzo de 2008-, de promover a los suyos como candidatos a la Cámara de Diputados -en la elección federal de 2009-, y de hacerse o preservar el control del partido.
En pocas palabras, una historia que conoce y transitó Calderón y que, por cierto, lo tiene hoy despachando en Los Pinos. Si Calderón gana un mayor número de consejeros, Manuel Espino no será reelecto, y en su lugar llegará un panista aliado de Felipe Calderón, que podría ser nada menos que Germán Martínez, el hoy Secretario de la Función Pública, hombre fuerte de Calderón y, en 2012, potencial candidato presidencial.
Pero si el grupo Fox-Espino logran la mayoría en el Consejo Nacional, Manuel Espino será reelecto como presidente del PAN, continuará la guerra con el gobierno de Calderón, y el próximo candidato presidencial de ese partido será un hombre de ultraderecha. ¿Quién? Es muy pronto para saberlo.
Pero nos guste o no, Calderón ya muestra signos de ser un verdadero "animal político" -en toda la extensión de la palabra-, capaz de entender y practicar los juegos del poder, de sonreír al adversario al tiempo que lo mide y lo contiene; de operar desde abajo sin pagar los costos del desgaste público y, sobre todo, de usar el poder. Calderón uso ese poder para contener a Vicente Fox, al que mandó una señal para que no reapareciera en el momento de gloria que tuvo Manuel Espino al inaugurar la sede de en México de la Organización Demócrata Cristiana de América -que preside el propio Espino-, y a la que Fox fue invitado como el hombre fuerte.
Los calderonistas "apechugaron" la grosería de Espino, de colgar en ese evento una gran pintura de Fox, y contrastarla con un pequeño busto de Felipe Calderón -en alusión a la supuesta pequeñez de Calderón y la grandeza de Fox-, y hasta la descortesía al enviado de Calderón, Cesar Nava, a quien se pretendió ignorar.
Eso y más aguantarán los calderonistas, porque lo suyo no es la estridencia, sino el trabajo político de base.
Y en la elección del nuevo Consejo Nacional del PAN veremos a un Manuel Espino convencido de que Calderón es el prohombre. La arrogancia de Espino llegará hasta que la fuerza política de Calderón en el PAN se exprese. Entonces Espino empequeñecerá y no hablará más del "chaparrito". Y si no, al tiempo.

